martes, 30 de agosto de 2016

El final del verano

Os dejo un relato, muy propio de este día.

 EL FINAL DEL VERANO

 Era el último día de agosto, una tarde de atasco infinito, de locutor de radio destrozándose la garganta para dar emoción a un partido que no la tenía , de niños peleándose en el asiento de atrás, de abuelos de ojos empañados despidiéndose a la puerta de una casita baja, del último repasito para el examen de mañana y de echar la vista atrás.

 Y atrás quedaba el verano. Con su plena consciencia e inmisericorde del cuerpo, con sus roces familiares, con sus sobremesas infinitas ignorando esa etapa del Tour llana como el aburrimiento, con sus miles de hectáreas ardiendo y sus miles de hectáreas repobladas de chalets adosados, con sus pateras a la deriva llenas de almas igualmente a la deriva, con sus fiestas de Vírgenes de nombre y culto olvidados. Fiestas rituales que te asomaban a la libertad, a la noche, al sexo… fiestas para las que se vivía todo un año.

 El verano se extinguía como si fuera víctima de su propia sequía, fugaz como las Perseidas que saliste a ver y no encontraste pero a cambio encontraste esos labios amantes. El verano se iba y ni los pocos días estivales que septiembre prometía podían paliar el desencanto.

 Y entonces el sol, que ya se ponía, emitió un enorme y terrible resplandor, el guiño gigantesco de un dios irritado. Cegador, duró unos segundos antes de cesar. Nadie pudo contar cuantos porque al terminar, cada ser humano había sido reducido a un montoncito de polvo, unas diminutas escamas blanquecinas testigos de todos los anhelos, las alegrías, los llantos, la ira, los recuerdos, la maldad y la maldad del que un día fue un humano.

 Un minuto antes de la hecatombe, todos los móviles del mundo recibieron un mensaje. Sonaron a la vez todos aquellos dispositivos con sus miles de sonidos programados, que eran el reflejo del alma de su dueño, y la humanidad tembló. El mensaje decía “No diréis que no estabais advertidos.”

domingo, 17 de abril de 2016

Destripando "El lúgubre sonido de los tam tams"

Voy aquí a “hurgar” en mi relato “El lúgubre sonido de los tam-tams”, publicado en el nº 20 de la colección Calabazas en el trastero. Desde aquí animo a participar a cualquier escritor que le guste el género: es una auténtica escuela y un elemento motivador para escribir.

 Al relato le costó brotar, aunque en cuanto vi a “El hombre de madera” supe que África me llamaba. El hombre de madera es una máscara que cuelga en casa de mi madre. De pequeño me daba miedo, así que mis padres me llevaban hasta el y me hacían golpearlo con los nudillos. Con cada toc-toc perdía un poco el miedo y al final le cogí cariño. Y él me inspiró la historia.

En cuanto decidí que África sería el escenario , lo situé en el Congo durante la rebelión simba. Un Congo herido donde el animismo se mezclaba con armas modernas y donde aventureros sin demasiados escrúpulos campaban a sus anchas.

 Cuando escribo una historia suelo escribir de una tirada dos o tres párrafos y luego paro, pienso como continuar y me fijo unos objetivos. Los de “El lúgubre…” eran estos:

 - Quería una estructura “circular”, en que elementos del inicio se repitiesen en el segundo, aunque no especularmente. Ambiente, acciones, frases…hasta "cerrar" el circulo.

- La historia requería un ritmo rápido, incluso frenético. Esperaba lograrlo con referencias temporales (las instrucciones del mayor, la flecha que marca los pisos en el ascensor, etc.), onomatopeyas, referencias a velocidad (los coches, el tono de los diálogos...) 

- Los protagonistas son dos hombres sin escrúpulos. Dos auténticos cabrones ( con perdón). Sin embargo el objetivo era atraer la simpatía del lector primero a uno y luego al otro. Que fuesen mala gente pero que no pudieses evitar una chispa de empatía por ambos.

 - Quería hacer un homenaje a Víctor Mora, el guionista de tantas aventuras de los tebeos Bruguera que luego dibujase un grande del lápiz llamado Ambros. Por eso el hechicero se llama Muviri, nombre que repitió en varias aventuras de “El capitán trueno” y “El corsario de hierro”, ora como brujo malvado ora como héroe idealista.

 - Si podía, esperaba introducir dos palabras “en desuso” : lúgubre, que entró desde el principio, el titulo surgió enseguida (cosa rara en mi) y ominoso, que se coló al escribir el párrafo introductorio (tras la primera revisión).

 Con estas premisas nació el relato “El lúgubre sonido de los tam-tams”. Un cierto tono pulp, una historia a toda velocidad. Tengo el lujo de que un amigo es  mi lector cero, el gran Chema Hernández ,un escritorazo que pronto conoceréis, pero que de momento pule y repule su obra en el anonimato (Chema, tío, ¡escribe algún relato corto y date a conocer al universo! :-D ). Mar Serrano, compañera de trabajo, amiga y también escritora de talento, me dio buenos consejos y acertados comentarios. Todo se encajó y lo mandé con muchas esperanzas.

 Y por fin, la selección y la publicación. Estoy muy contento con el relato, creo que es de lo mejor que he escrito (lo cual, según se mire, es un orgullo o algo vergonzoso). Estas son sus tripas. Comparto antología con escritores que admiro mucho , ¡quién me lo iba a decir!
El hombre de madera estará orgulloso.